jueves, 11 de junio de 2009

CUANDO NADIE NOS VE


La noche en la ciudad de Lima cada vez se hace MÁS atractiva. Engalanada con sus luces, manifiesta cierto encanto especial, en este caso me refiero al distrito de San Isidro.
Ayer me quedé en la oficina hasta muy tarde. Mi alumna se había ido a las 6.55 de la noche y me quedé sentado dando vueltas en el sillón giratorio de mi oficina conversando por móvil con “N” sobre asuntos rebosados que a mi punto de vista ya se solucionaron. No hay nada más encantador que estar bien con “N”. No puedo estar peleado con ella. No existe forma de guardar resentimiento a alguien que me ha dado (y me da) tanto amor. Quedé en verla después de la oficina y así fue. Quedamos en sonreír plena y desinteresadamente una vez despedirnos y así fue. Quedamos en llevar la fiesta en paz y así fue. Quedamos en hacer y dar lo mejor de nosotros para esta semana (como un comienzo) y así fue. Me fascina y alegra tanto cuando la veo sonreír, y mucho más si es bajo la luz de la luna primaveral. Debajo de aquellos árboles de un parque cercano de su casa que en sus cuchocientos años no han observado tanta bellaza como ayer. Valiente ella al sonreír con tanto frío, (disculpa por sacarte de tu casa) gracias por darme ese tiempito que necesitaba. Aunque debo reconocer que cada tiempo con “N” es especial.
Es sábado. La gente se alista para salir. Los grupos de amigos se juntan, en algunos casos después de tiempo y en otros ya como costumbre semanal. En los grupos de gente hay de todo tipo, pero definitivamente el infaltable es el amigo fanfarrón, mitómano o exagerado. Al individuo que le sucede de todo en la semana. El que esparce cualquier cantidad de anécdotas recolectadas de los días. El individuo digno de una medalla al finalizar la faena sabatina.
“…eran tres tipos altos, entonces yo les dije: ¡Uno a uno pues!. Se vino encima el más alto. Le hice una llave marcial y lo dejé tendido en el piso. El otro fue más fácil, me bastó sólo dos puñetes. Y el tercero se fue corriendo”
Normalmente estos comentarios son usuales en tipos que se creen peleadores, pero que en realidad no pueden ni con su cuerpo. Lo extraño es que siempre están solos cuando se pelean, nunca hay nadie que pueda verificar aquello. Son los primeros en hacerse los desentendidos cuando hay un pleito grupal en alguna fiesta o concierto. Pero sin embargo son los que según ellos siempre corrigen la ley a patadas. Claro, cuando nadie los ven.

Ayer en la noche “M” aparento estar bien consigo mismo. Trató de olvidar las cosas que le ponen triste, y realmente descubrió que sí es posible, pero que sólo es momentáneo al igual que la felicidad. Ya que la felicidad son solamente pedacitos de la vida, que cada cierto tiempo debemos juntarlos y armarlos para saber si nuestro rompecabezas realmente fue grande en tal época o año. “M” en estos momentos no puede conseguir aquellos pedacitos y no sabe hasta cuando no tenga piezas para seguir armando su rompecabezas. Siente temor ver su rompecabezas con muchos huecos al final del año.
Hoy, en la soledad de su habitación todo era sin color. No es normal despertar un domingo y no encontrar al lado a la mujer que ama. Fue terrible. Sintió un puñal que atravesaba su pecho, luego una lágrima lánguida hecho a perder todo. “M” Prometió no soltarla más.

¿Realmente una persona puede estar bien una noche conversando con su amigo, compartiendo anécdotas, chistes y comentarios productivos como no productivos y reír a carcajadas, cuando por dentro piensa en la persona que ama y que la relación no anda bien?. Bueno pues, sí se puede, pero luego la resaca es sombría, terriblemente triste cuando se está en la habitación que fue de dos y que ahora se opaca sin la mejor presencia. Es desolador pensar en cerrar los ojos y saber que al abrirlos no estará ella. A veces uno piensa no abrirlos jamás. Debo decir que a “M” le sucedió. Creyó ser fuerte y se dio cuenta que sigue en el camino hacía madurez. Es conciente de las cosas que debe cambiar y ya hace lo propio para sentirse bien, pero es difícil hacerlo sólo, es mejor de a dos. “M” es feliz con los recuerdos donde está “N”. “M” es infeliz cuando aquellos recuerdos se alejan y no se reemplazan con otros nuevos. Claro, cuando nadie lo ve.

Normalmente somos las mejores personas, las más sinceras y transparentes cuando nadie nos ve. Sería tonto mentirnos. Aquella es una gran terapia. Uno puede llorar, reír, gritar, leer, meditar, extrañar, escribir, pensar mejor, escuchar el silencio tal vez, estudiar, hablar, rezar, recordar, soñar, bailar, observarse, cambiarse, acicalarse, consolarse, engreírse, tocarse, renovarse y morirse.
Lo importante de esta terapia es salir cada vez mejor, con las ganas de encontrar nuestro lugar en aquella banca que nos espera. Aquella banca para dos que queremos compartir. Que debemos y queremos mejorar. Pero muchas veces no nos damos cuenta que perdemos tiempo buscando aquella banca cuando ya la hemos encontrado. Por mi parte quiero creer que ya la encontré, pero quiero darle tiempo a la otra persona para que me haga el alcance también. Por su parte “M” sabe también donde esta su lugar y espera a “N” que se siente a su lado como algunas veces lo hicieron antes de besarse por primera vez y lo siguieron haciendo después del primer beso.

Busquen a su amor. Pidan perdón. Luchen por lo que aman. No pierdan el norte. Tengan paciencia. Aprendan a cambiar a conciencia. Apóyense el uno del otro. Enamórense otra vez y todos los días. Busquen su banca. Encuentren su lugar y manténgalo siempre ocupado de amor, respeto, fidelidad, comprensión, perdón real y fe. Construyan un gran presente. Olviden lo malo del pasado, aprendan a ver a esa persona como a Hoy y no como Ayer que todos alguna vez nos equivocamos también. Cierren los ojos y sean felices al abrirlos.

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